P. ¿Por qué hiciste la EPJ del ICAB?

R. Una vez terminada la carrera, empecé a trabajar en un despacho. Poco a poco iba adquiriendo más conocimientos prácticos sobre la profesión, pero necesitaba más. Como también se empezaba a hablar de la "inminente" necesidad de hacer un curso para poder colegiarse, decidí apuntarme a la Escuela de Práctica Jurídica del ICAB, de modo que ganaba en ambos aspectos.

P. ¿Recomendarías la EPJ a un recién Graduado en Derecho? ¿Por qué?

R. Indudablemente. Un Graduado en Derecho mantiene una mentalidad 100% académica que de por sí no es mala en absoluto, pero que de cara al ejercicio de la profesión se debe ir completando con una visión práctica de lo que supone “ser abogado o abogada”.

P. ¿Nos puedes indicar las diferencias que encuentras entre la EPJ y los Másters de Acceso?

R. Aunque cada vez hay más visión práctica en los Másters de Acceso, no debemos olvidar que la mayoría se imparten bajo una dirección que podríamos considerar “académica” y que van dirigidos a superar una prueba. En cambio, la EPJ es un lugar para aprender a ser abogado o abogada y sería un tercer paso del recorrido que comienza con el Grado en Derecho y sigue con el Máster de Acceso.

P. ¿Cómo ha variado la Escuela de Práctica Jurídica a lo largo de los años?

R. La EPJ siempre ha ido ligada a la actualidad de los tiempos porque los abogados/as que han ido impartiendo las clases lo han tenido que hacer... Es decir, a medida que cambiaba la realidad de los Juzgados o la normativa, la EPJ debía evolucionar para ofrecer a los alumnos y alumnas herramientas útiles para el desarrollo de la profesión. Sin esa adaptación, la Escuela de Práctica Jurídica no habría sobrevivido.

P. Cuéntanos tu experiencia personal en la EPJ...

R. Mi experiencia en el EPJ tiene dos visiones. La primera, como alumno. Unos momentos en los que todo es aprendizaje, saliendo de la Facultad donde, en mi época, la práctica apenas existía. La visión de tú a tú que ofrecían los profesores era fundamental para encontrarse mínimamente cómodo en un entorno totalmente novedoso. Respecto a la segunda, como profesor, me siento con el deber moral de mantener ese espíritu y, de alguna manera, colaborar en la formación de los nuevos compañeros. Vienen a buscar una buenísima combinación de práctica y teoría y la EPJ es el sitio ideal. No quiero olvidarme de un rasgo común de ambas experiencias... y es que uno de los puntos fuertes de la EPJ es la relación que perdura a lo largo del tiempo entre profesores y alumnos.